miércoles, octubre 25, 2006

Alejandro Blasi: escritor, músico y artista gráfico.

Pues el autor de la semana ha sido en esta ocasión Alejandro Blasi, argentino de nacimiento y mallorquín de adopción, actualmente vive en Manacor y la madrugada del pasado miércoles nuestras pérfidas entrevistadoras Sandra Llabrés y Joana Pol prácticamente le abrieron en canal para ofrecérnoslo en sacrificio.
Descubrimos a un autor que hace una literatura de fantasía y ciencia ficción en un estilo onírico y lleno de poesía, que además es artista plástico (todas las imágenes del video son suyas), y por si fuera poco también es músico (durante todo el programa nos deleitaron con la música de BABEL, su grupo). La lectura corrió a cargo de Sandra Llabrés, Carles Riera y Llorenç Real. Que lo disfrutéis.







LEMA:

¿Y si los dioses que nos sueñan despiertan un día?



BIOGRAFÍA:

Me llamo Alejandro Blasi, nací en Buenos Aires, Argentina, hace 38 años, pero desde hace un par digo que tengo 40 porque me gustan los números redondos.
La vida y el viento me trajeron a Mallorca hace 6 años. Me vine por intuición, me quedo porque me encanta.


Mi quehacer artístico abarca la literatura, la música y las artes plásticas, disciplinas que abordo con idéntica pasión ya que las considero distintas maneras de expresar lo mismo.
De momento, mi currículum literario se circunscribe a la publicación en Argentina de un libro de relatos fantásticos, con ilustraciones propias, titulado “El árbol de los prodigios”.
En Mallorca, hoy por hoy, mi libro está a la venta en una sola librería, “Món de Llibres” de Manacor, mi ciudad, un poco por una cuestión de cercanía y otro poco porque Fausto, su dueño, es un tipo muy simpático y, además de tener un nombre muy apropiado para el dueño de una librería, creyó en mi obra aún antes de que ésta fuese publicada. Él fue una de las primeras personas -fuera de mi círculo de amigos- a la que hice leer el manuscrito y fue él, junto a mi entrañable amigo Cinto Planas, quienes me impulsaron a probar suerte en las editoriales, diciéndome que a alguna le iba a resultar interesante una obra de esas características. Para mi sorpresa, tenían razón.

Cambiando bruscamente de tema, me gustaría decir que tengo mucho y por eso soy muy agradecido con la vida.

Por ejemplo, tengo una compañera maravillosa sin la cual me hubiese sido imposible lanzarme a la aventura de cruzar el Atlántico y empezar mi vida de nuevo a 12.000 km de la tierra en la que nací.
Tengo también dos padres increíbles que me dieron amor sin límites y una educación envidiable.
Tengo un hermano que me apoya incondicionalmente y que siempre está cuando lo necesito.
Tengo amigos que no tienen precio.
Tuve maestros a los que estaré agradecido para siempre.
Tengo más vergüenza de la que debería.
Tengo menos paciencia de lo que sería aconsejable.
Tengo un piso sujeto a los díscolos caprichos del dios euribor.
Tengo un coche viejo que me lleva a todas partes.
Tengo muchos discos, muchos libros, muchos proyectos y pocas pulgas.
Como puede apreciarse, soy una persona afortunada.





MANIFIESTO:

A menudo se me pregunta por los motivos que me llevan a escribir lo que escribo o, en otros ámbitos, a pintar lo que pinto; en definitiva, a tergiversar los hechos y las cosas como suelo hacer.
La respuesta a este interrogante es tan simple y pueril que me sonroja su mero enunciado: el mundo en el que vivimos, aún con todas sus miserias, se revela ante mis sentidos como algo maravilloso; por lo tanto, considero arrogante el menor intento de reproducir la realidad tal cual la vemos.
¿Cómo competir, por ejemplo, con el diseño de las alas de una mariposa?, ¿tiene sentido hacerlo?, y en todo caso, ¿es eso posible?
Para decirlo de otro modo: desde mi discutible punto de vista el más noble propósito del arte es mentir, fingir que el mundo es algo que no es.
A veces me siento como un viajero: alguien que recorre mundos imposibles y desde allí envía postales a sus amigos. Mis cuentos, mis pinturas y mis canciones son eso: postales, pequeñas ventanas para asomarse a los incontables universos que pueblan mi mente. Me gusta considerarme un “imaginador” (si se me permite el neologismo) más que un artista, término que considero un poco devaluado, además de afectado.
Me siento deudor del arte fantástico de todas las épocas y todas las disciplinas artísticas: literatura, artes plásticas, cine de ciencia ficción y cualquier cosa que estimule mi imaginación.

Dentro de la literatura fantástica, me siento cercano a los autores que no sólo exploran el espacio a bordo de fulgurantes naves interestelares, sino que también se asoman a los confines del alma humana. Digo esto y pienso inmediatamente en Ray Bradbury, en Cortázar, en Stanislav Lem, en Borges, en James Ballard, en Bioy Casares, en Lovecraft y en tantos otros que me acompañan desde siempre.

Una confesión: a la edad en que mis amigos iban a bailar, yo me quedaba dibujando universos imaginarios hasta altas horas de la noche, por eso ellos bailan mejor que yo, y por eso yo dibujo mejor que ellos. Todo tiene una causa. Todo menos la nariz de mi vecino claro, que escapa a toda lógica.
EL EJÉRCITO PERFECTO

Tengo la indeclinable intención de dominar el mundo, es cierto; mas puedo asegurar que mis razones muy lejos están de la megalomanía de la que me acusarán mis enemigos, una vez derrotados. Por el contrario, es el amor el viento que insufla mis velas, y en aras de ese amor he trazado pacientemente las directrices de un plan que no puede más que conducirme a la victoria.
La estrategia que seguiré será extremadamente sencilla y eficaz: daré expresas órdenes a mis científicos e ingenieros genéticos, para que diseñen en nuestros laboratorios un ejército perfecto, constituido por cien mil soldados perfectos. Así de simple. Y así de bello.
Estos soldados serán réplicas exactas de mi adorada Anna Kournikova y, por lo tanto, serán indestructibles. Estarán dispuestos, en todo momento, a dar la vida por su patria, y la patria seré yo.
Imaginen: un ejército de cien mil Kournikovas masacrando sin piedad a mis enemigos.
Doscientos mil muslos perfectos, marchando sincronizadamente a través de las ciudades conquistadas.
Cien mil blondas cabelleras ondulando al viento, como si de cien mil estandartes victoriosos se tratase.
Doscientas mil largas piernas torneadas, disponiendo de doscientos mil calzados deportivos, machacando el suelo donde nunca más volverá a crecer la hierba.
Cien mil raquetas de destrucción masiva, sostenidas por doscientos mil brazos perfectos de bíceps adorables.
Doscientos mil preciosos ojos azules con mirada infrarroja, acechando en la oscuridad, acercándose sigilosamente al cuartel enemigo.
Cien mil vientres fecundos y lisos como tablas, llevando en su interior la promesa de un mundo perfecto y sin fealdades.
Doscientos mil pechos turgentes, de proporción áurea, enfrentando con gallarda elegancia las balas enemigas.
Cien mil traseros inexpugnables y libres de celulitis –formados por doscientos mil glúteos pétreos y prodigiosos– moviéndose decididamente al compás de valerosas músicas marciales.
Doscientas mil delicadas manos que nacieron para amar, pero estarán destinadas a matar a quienes odio.
Cien mil narices naturalmente perfectas, señalando como una brújula inequívoca el rumbo establecido por sus superiores.
Doscientas mil perfectas orejas espías, infiltrándose tras las líneas enemigas y desvelando ominosos secretos de estado.
Cien mil faldas, diminutas hasta lo indecible, ocultando cien mil tesoros.
Doscientos mil hoyuelos en doscientas mil mejillas rozagantes, albergando doscientos mil microchips con órdenes secretas.
Cien mil Kournikovas, señores; ni una más, ni una menos. Serán suficientes –lo sé– para alcanzar mis objetivos.
Luego ordenaré construir en diversas partes de mi vasto imperio, noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve efigies con mi rostro, de unos treinta o tal vez cuarenta metros de altura, con mi uniforme de gala y mis condecoraciones más resplandecientes.
Y los cien mil rostros perfectos de mi querida Anna, no podrán evitar enamorarse de esas noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve imágenes de su general (más la mía verdadera, por supuesto) y así, consumaremos cien mil veces nuestro amor en un mundo perfecto. Ya verán.
LA VENGANZA

Nada en el mundo podría haberlo preparado para imaginar un dolor como el que estaba sintiendo.
Miró aterrado su vientre. Los intestinos manaban de él, como una desquiciada flor escarlata.
Los grandes ojos del Minotauro, fijos en los suyos, observaban con deleite el racimo de sensaciones inenarrables que se dibujaban en su rostro desencajado.
Paralizado por el espanto, incapaz de reaccionar ante el tamaño de su desdicha, intentó articular un gutural pedido de compasión. En su lugar, brotó de su boca un copioso manantial de sangre, que el Minotauro lamió con lentitud, ante el fervor de los miles de seres mitológicos que observaban extasiados desde la tribuna. Podía sentir el aliento fétido brotando de las enormes fauces y la presión de aquellos pesados cuernos sobre su frente.
Por último observó, ya en el paroxismo del horror, cómo su monstruoso victimario le hundía las manos en el pecho, para extraer de un tirón su corazón y ofrecerlo victorioso a la multitud, que deliraba en un solo clamor saludando con vítores al vencedor.
El torero despertó de un sobresalto, con la boca reseca y el corazón a punto de estallar. Jamás había experimentado una pesadilla tan vívida, ni sentido pavor semejante.
SÓLO UN SUEÑO

¿Y si los dioses que nos sueñan despiertan un día?
¿Serán concientes estas inasibles deidades de que al soñar generan toda esta maraña de desasosiegos que llamamos ingenuamente la realidad?, ¿o será que –como para nosotros nuestros propios sueños– esta realidad (nuestra realidad) escapa a su poderosa voluntad, adquiriendo formas caprichosas, impredecibles e insensatas?
¿Será acaso esta vida que llevamos –y todos sus aparentes portentos– el débil reflejo de un débil reflejo?
Haciéndome estas preguntas estaba yo cuando cerré los ojos y me dormí profundamente.
Y soñé una realidad que, en mi sueño, duraba miles de millones de años. Soñé un universo entero, y dentro de ese universo, cientos de miles de galaxias. Y dentro de una de esas galaxias soñé que soñaba un mundo modesto y a la vez desatinado: un diminuto, frágil y exuberante planeta llamado Tierra, apenas una pequeña lágrima en el desmesurado océano cósmico. Y soñé que este orbe desangelado contenía desiertos y mares y selvas y bosques y seres que los habitaban. Soñé también guerras, amores, gente que soñaba, soñados que creían vivir y vivos que ansiaban soñar.
Soñé que al despertar escribía el sueño en unas pocas líneas y alguien lo leía con incredulidad.

jueves, octubre 12, 2006

Rosa Ribas en IB3-Radio, con Sandra Llabrés y Joana Pol.

Y la autora de esta semana en EL RINCON LITERARIO de 3deNit ha sido Rosa Ribas, con su obra EL PINTOR DE FLANDES. Rosa fue entrevistada por la conocida locutora y productora Sandra Llabrés, y por la escritora mallorquina Joana Pol, y se leyó un fragmento de su novela, publicada en Roca Editorial. Este es el dossier correspondiente al programa, y el video con la lectura (imágenes escogidas y aportadas por la propia autora).



LEMA
No es la mano la que trabaja. Es sólo un instrumento de mi espíritu, de mi saber, un buen instrumento, una herramienta excelente, pero no es lo que cuenta. La mente que la rige, el conocimiento que decide sobre colores, líneas y texturas son los verdaderos artífices.

BIOGRAFÍA
Nací en el Prat de Llobregat en abril de 1963, según la leyenda familiar, tras diez meses de gestación. Así que me lo pensé bien antes de venir, pero una vez puestos intento sacarle el mejor partido a la vida.
Me recuerdo siempre leyendo y escribiendo. Cambié mucho de escuelas, no porqué fuera mala estudiante, siempre saqué buenas notas, pero por algún motivo, mis padres se mostraron ciertamente experimentadores por lo que respecta a mi educación. Así que probé un poco de todo: la escuela de pueblo, el colegio mixto, el colegio religioso, el colegio auti-autoritario y progresista. Mi educación fue quizás algo caótica, pero, gracias a estos cambios, aprendí a hacer amigos rápidamente donde quiera que fuera. En todas las escuelas, además, acababa siempre escribiendo.
Después seguí el camino de muchos que quieren escribir y no acaban de atreverse: estudié filología hispánica, especialidad en la que me doctoré. Y mientras hacía todo esto, postergaba lo que ya sabía que quería hacer, escribir.
Vivo desde hace quince años en Alemania. Y aquí empecé a escribir en serio. Mi primera novela duerme el sueño de los justos en un cajón a la espera de una reescritura. La segunda, El pintor de Flandes, es la que me gustaría presentar aquí. Apareció en enero en Roca Editorial de Barcelona. Su publicación me dio el espaldarazo definitivo para intentar dedicarme a la literatura por completo. Espero conseguirlo.
De la tercera novela, no puedo hablar de momento porque la envié a un concurso y no puedo delatar mucho más para no perder el anónimato.
La cuarta va en camino. El título provisional es “Black is black”. ¿Os suena?
He escrito también numerosos relatos en castellano y en catalán. Uno de ellos “Comparsas”, ganó el Premio de Relatos de Cine del Festival de Cine de Huesca. Un par están pendientes de publicación; otros buscan todavía su lugar.


MANIFIESTO
A pesar de mi pésima vista, desde siempre me ha apasionado leer. Y tanto como leer, contar historias.
De pequeña, compartía el dormitorio con mi hermana, que es un año menor que yo. Teníamos las camas colocadas en paralelo con una mesita de noche en medio. Muchas noches mi hermana me pedía que le contara una historia. Así lo hacía y normalmente ella, que siempre fue muy dormilona, se quedaba dormida a los pocos minutos. Yo, que era una niña muy nerviosa y de mal dormir, seguía hablando hasta llegar al final para poder saber cómo terminaba la historia. A la mañana siguiente ella se despertaba y lo primero que hacía era preguntarme cómo había terminado el cuento. Entonces, se lo explicaba, pero resumido.
Algunas noches, sin embargo, yo estaba cansada o no se me ocurría nada nuevo e intentaba darle el pego con una historia de otro día a la que le cambiaba los protagonistas. Pero ahí, aunque se había pasado buena parte de la historia durmiendo, mi hermana era inmisericorde y me pillaba siempre.
- Esa ya me la contaste con gatos.
- Sí, pero como ahora son osos, hacen cosas diferentes.
Aceptaba pero a regañadientes.
Cuando esto pasaba, tardaba más en dormirse, supongo que para asegurarse de que realmente hubiera algún giro nuevo en la historia. Pero siempre acababa durmiéndose antes del final. Yo seguía contando hasta terminar, porque al día siguiente, al despertarse, preguntaría:
- ¿Y cómo terminó la historia?





LECTURA

En esos días de preparativos llegaron nuevas visitas, cuya presencia se manifestaba en nuevas voces en el patio. Pero ahora ya no sentía la necesidad de detener el trabajo y escuchar con la puerta entreabierta; ahora formaba parte de la conjura, ahora sentía cómo las puertas del Alcázar se iban abriendo también para él.
Lo hicieron por primera vez una semana más tarde. Oyó una llave moviéndose en la cerradura del taller y el Conde entró de improviso abriendo la puerta con tal ímpetu que a Paul, que estaba concentrado en un grupo de músicos al fondo de la escena, se le escapó el pincel de la mano.
—Paul, —lo llamó desde el umbral— límpiate bien las manchas de pintura y cámbiate. Fernando y tú me vais a acompañar al Alcázar.
Mientras descendía de la escalera sobre la que había estado trabajando vio que el Conde miraba el pincel que yacía en el suelo, la cabeza aplastada en una mancha de color ocre, pero no se dignó a levantarlo. Un fogonazo de rencor le subió a Paul del estómago al recordar la legendaria anécdota que contaba cómo el emperador Carlos se había agachado una vez a recoger un pincel que se le había caído de las manos a Tiziano.
—Déjalo todo como está. Si el pincel después no sirve, tíralo. Tienes suficientes. El Conde se volvió para salir.— Ponte buenas ropas, no vamos al mercado, vamos a la residencia de los Reyes.
Sentado al lado de Villamediana, hizo todo el trayecto sin decir palabra, contemplando las calles que pasaban ante la ventanilla de la carroza, nervioso, ante la perspectiva de estar aproximándose a la residencia de los Reyes, y halagado por el hecho de que don Juan lo hubiera elegido a él como acompañante y no a los italianos o a Valderrama. La locuacidad del Conde hacía imperceptible su tenso silencio. Aunque intentaba disimularlo, estaba también muy excitado.
—No albergo la menor duda de que el encargo será nuestro y con él el favor de la soberana, lo que supone tener uno de los aliados más poderosos en el Alcázar.
La decepción de Paul fue enorme al encontrarse frente ese sombrío edificio. Esperaba pompa y ostentación, como correspondería a un palacio real que era, además, sede del gobierno, y se encontró ante una oscura construcción, que con algunas filigranas intentaba esconder su pasado de fortaleza, con dos grandes patios, en los que todo tipo de comerciantes pregonaban sus mercancías y corrillos variados comentaban los últimos rumores de la corte.
En el Alcázar se dirigieron a la derecha, al ala de la Reina, donde se encontraban las habitaciones de las innumerables mujeres que la servían. Pasaron varios corredores en silencio. Don Juan delante, Paul y Fernando sólo unos pasos más atrás. Paul, buen discípulo del secretario y haciendo uso de todo lo que había aprendido en las lecciones clandestinas, imitaba sin dificultades la forma de moverse de los otros dos, el cuerpo erguido, la cabeza bien alta, el paso firme, como si estuvieran caminando por su propia casa. Al cruzar uno de los largos pasillos transversales, empezó a llegarles un fuerte olor a comida. El Conde, olisqueando el aire, se detuvo en seco y se volvió hacia ellos con rostro resplandeciente.
—¡Cocido!
Levantando la nariz empezó a perseguir la pista olfativa. Se movió en varias direcciones hasta encontrar dónde era más intensa.
—A la derecha. ¡Síganme, señores!
A Paul no se le escapaba la burlona solemnidad del tono de Villamediana y Fernando parecía muy divertido, pero él no entendía nada.
—¿Qué pasa? ¿Adónde vam...?
Ambos le chistaron casi a la vez y empezaron a caminar con sigilo. Cruzaron varias puertas que habían quedado abiertas y pronto dieron alcance a una curiosa comitiva.
Dos criados, vestidos por completo de blanco, portaban una especie de mesilla portátil cubierta con un finísimo mantel de encaje. Sobre el mantel, platos de porcelana y cubiertos de plata hermosamente dispuestos alrededor de una cazuela blanca que era la que dejaba escapar los efluvios que habían despertado el instinto de caza del Conde. Delante y detrás de la mesilla avanzaban otros dos criados. Uno iba abriendo las puertas, el otro olvidaba cerrarlas. Cuando les dieron alcance, el Conde les ordenó detenerse.
—¿A quién lleváis este presente?
Los criados, sin moverse ni volverse a quien los interrogaba, permanecieron mudos.
Fernando se separó de Paul, que, atónito, contemplaba la escena desde el marco de la última puerta que habían cruzado. El secretario se situó delante de la comitiva y les ordenó en tono imperativo:
—¡Contestad cuando el Conde de Villamediana os pregunta!
Uno de los porteadores empezó a temblar y esto hizo que los platos y los cubiertos de la mesita tintinearan. Pero todos siguieron mudos.
Fernando los observó con detenimiento. De pronto, se dirigió al que cerraba la comitiva.
—¡Eh! A ti te conozco. Tú estás al servicio de don Luis de Haro.
El otro levantó la vista con temor, como si lo hubieran cazado en una falta. Fernando sacó provecho de su ventaja.
—¿Quién es la dama a la que sirve vuestro señor?
El criado iba a abrir la boca, pero don Juan se le adelantó.
—No es necesario que hables, muchacho. Si sois servidores de don Luis, sé a ciencia cierta a qué habitaciones os dirigís. Seguid vuestro camino, que os daré escolta. Vosotros —dijo dirigiéndose a Fernando y Paul— podéis esperarme en el patio en una hora. ¡Vamos!
La comitiva se puso en marcha algo indecisa, pero el paso del Conde los obligó a continuar. El último criado no olvidaba esta vez cerrar las puertas tras de sí, de modo que los perdieron de vista en el siguiente saloncito. Fernando se dirigió entonces a Paul. Don Juan pierde el seso por un buen cocido.
Paul caminaba a su lado en silencio, desconcertado.
— No entiendes gran cosa, ¿verdad, muchacho? —Fernando le pasó un brazo sobre los hombros.
—Aquí en Palacio es de buen tono que los caballeros sirvan a las damas. Hay muchas doncellas y viudas viviendo en este lugar y para ellas es casi el único entretenimiento tener caballeros que las agasajen. Primero el caballero les tiene que pedir lugar, que significa que se presenta como candidato y si la dama lo acepta, el caballero pasa a estar embebecido.
—¿Embebecido?
—Que le han sorbido el entendimiento. Y ese estado le autoriza incluso a permanecer delante de la Reina con el sombrero puesto.
—¿Como un grande?
—Lo mismo. Y es muy importante halagar a la dama. Por ejemplo siguiéndola a caballo en sus salidas y haciendo acompañar la carroza de velas y linternas. O con costosos presentes.
—¿Como un cocido? —preguntó Paul incrédulo.
—Ya has visto al Conde. Hay quien aprecia más un buen cocido que un brazalete de diamantes.
Paul no estaba muy seguro de haber entendido el sentido de lo que le contaba Fernando, pero otra preocupación le cruzó por la mente.
—¿No va a enfadarse don Luis de Haro porque don Juan se coma su cocido?
—Probablemente. Aunque creo que el cocido no será lo que le dé la mayor inquina.
El rostro de Fernando adquirió de súbito una expresión aviesa. Paul seguía preocupado.
—¿No teníamos una cita aquí en el Palacio?
—No te preocupes, nos esperarán. En el tedio de esta casa hasta la espera es ya una distracción.
—Pero nos está aguardando la misma Reina. Hacerla esperar puede poner en peligro toda la empresa.
—Bien puede ser que sí, pero a veces el Conde actúa de este modo. Planea y prepara todo con un cuidado extremo y de pronto, por un capricho súbito, es capaz de echarlo todo a perder. No es la primera ni será la última vez que algo así suceda. El ingeniero Fontana, que lo conoció hace años te podría contar un caso parecido, cuando por ir a una partida de dados dejó plantada a una muchacha de muy alto nombre y fama de extremadamente virtuosa a la que había cortejado sin cejar durante semanas. Cuando la tuvo entregada esperándolo en un burdel napolitano, nuestro Conde se fue a jugar a los dados. Después de una noche de espera, recibiendo la conmiseración de las putas napolitanas, la muchacha ingresó en un convento. El Conde no recuerda ni si ganó o perdió en el juego, pero la muchacha conservó su virtud.
Fernando se reía complacido mientras contaba la historia; después, en un tono súbitamente reflexivo le dijo:
—No sé. A veces pienso que es como si en su afán por no dejarse constreñir por ninguna regla, se saltara incluso las que él mismo se impone.

Fragmento de El pintor de Flandes

Josep Esteve Rico Sogorb, entrevistado en IB3-Radio por Sandra Llabrés en Es Racó Literari, con Joana Pol.

El autor de esta semana fue el poeta Josep Esteve Rico Sogorb. Sandra Llabrés y Joana Pol le entrevistaron en el espacio ES RACÓ LITERARI del programa-magazine 3deNit, de IB3-Radio.





LEMA : ‘NI EL PODER NI LA GLORIA’


MANIFIESTO DECLARACION PERSONAL:

Abogo: porque las diferencias entre seres humanos unan en vez de separar y enfrentar. Por un mundo dialogante, solidario, tolerante y nada fanático. Que la riqueza sea mejor distribuida y la pobreza se erradique o disminuya. Que los poderosos escuchen a los artistas y atiendan a los necesitados. Que las guerras no sean tan frecuentes ni tan fáciles de acometer, que no sean excusa para otros fines oscuros. Que la literatura, el arte, la ciencia y sobre todo la poesía…; nos hagan a todos mas sensibles con el prójimo.

BIOGRAFIA O CURRICULUM


Datos Personales:

Apellidos y nombre: Rico Sogorb, Josep Esteve

Dirección: c/ Espronceda , 70 - 3º izqda. 03203 ELCHE (Alicante)

Fecha Nacimiento: 31 de Enero de 1965 ( 41 años)

Teléfonos: 966675570 (tel-fax) 966218843 687416487

DNI. 21.994.134 Q

Datos académicos:

Títulos oficiales: *Graduado Escolar. Diplomado en Lengua Valenciana Nivel Medio
*Centro Formación Postgrado Universidad Politécnica de Valencia
*Diplomado Dirección Organizaciones Políticas por Fundació Pere Tarrès
*Universitat Raimon Llull de Barcelona.

Formación complementaria:

Idiomas: *Castellano. Escrito y hablado. Nivel de conocimiento alto.
*Valenciano. Escrito y hablado. Nivel ded conocimiento alto.
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MALLORCA FANTÀSTICA 2007

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