jueves, junio 29, 2006

Eloy Alonso, Elena Pérez y Rebeca Rodríguez en el Rincón Literario de 3 De Nit.

Anoche Joana Pol y Sandra Llabrés tuvieron en la radio casas encantadas, heroicos corceles y besos traviesos gracias a los autores Eloy Alonso Sánchez, de Madrid, Elena Pérez, arqueóloga y escritora oriunda de Canarias, y Rebeca Rodríguez, también madrileña.

Eloy Alonso, con su relato NUESTRA NUEVA CASA, exhibió su gran imaginación y nos contó las ventajas de acudir de vez en cuando a algún buen taller literario.

Elena Pérez nos mostró su gran sensibilidad en un hiperbreve precioso y muy recomendable: EL CABALLO DEL ROHIR. Y por último Rebeca Rodríguez nos dio una lección de cómo escribir un relato sensual sin caer en la vulgaridad, con "¿DÓNDE ME LO DARÁS?"

Todo un desfile en IB3-Radio. Juzguen ustedes mismos...










- LEMA

“Escribir un cuento es saber guardar un secreto”

-BIOGRAFÍA

Mi nombre es Eloy Alonso. Nací en Madrid, aunque he tenido la suerte de no vivir mi infancia aquí, sino en una ciudad pequeña llena de verde, de chapas y de balones en la calle. Aunque escribir me encanta, todavía no tengo ninguna obra publicada en papel, no obstante, sí he cogido la “ mala “ costumbre de aturdir a mis amistades, con varios de los desaguisados que a veces se me pasan por la cabeza. En este sentido he colgado algunos relatos en el Foro de la escritora Joana Pol y uno en la página Yoescribo.com, titulado Noche Toledana, de los cuales me siento muy orgulloso.
Desgraciadamente para todos los que me conocen, he cogido el gusto a la afición de escribir, así que espero poder dar a luz muchos más relatos en el futuro (e incluso una novela, de la que ya tengo bastantes anotaciones hechas) Se que por mucho que se quejen, me leerán ¡porque en el fondo les encanta!

-MANIFIESTO DEL AUTOR.

La primera lectura fantástica que me atrapó fue un pequeño cuento de dinosaurios para niños en el que se decía de ellos que “eran tan altos que llegaban a las nubes”
Luego, a partir de los ocho años, me zambullí en el mundo de los superhéroes y me imaginé mil misiones de papel a su lado, y, de más mayor, seguí devorando todas las historias fantásticas que caían en mis manos: comics, libros, películas, etc, etc. Hasta que, en mi afán de viajar a mundos fantásticos, me convertí en un jugador de rol y disfruté como un niño modelando coloristas aventuras para que otros las disfrutaran. En aquella época siempre estaba inventando cosas nuevas que nos sirvieran de guía por esos mundos nuestros que tanto nos divertían.
Fueron buenos tiempos, llenos de risas y de magia, pero para aquel entonces yo ya tenía dentro un pequeño diablillo que me obligaba a crear cada vez más lugares, más acciones, más personajes, y yo, harto de su insistencia y de sus gritos de Energúmeno, decidí hacerle caso y pasar de oyente a contador de historias.
En toda mi andadura me han acompañado muchos maestros: Tolkien, Poe, Jose Luis Sanpedro, Antonio Mauro de Vasconcelhos, Carmen Martín Gaite, Jack Vance, Fredric Brown, Úrsula K. Leguin, Homero, Cortazar, Isabel Allende…

Ahora estoy en un momento de mi vida en el que me apetece escribir, contar esas historias que uno sueña con leer en los libros de otros, pero que nunca aparecen, porque solo le importan a uno, y como se que debo empezar desde el principio, estoy aprendiendo, fijándome en todos los que saben más, y caminando despacito junto a ellos.
Para mí escribir es calentarse lleno de ideas por dentro como una olla a presión y luego vomitarlas en la mesa convertidas en cristales de colores y, más tarde aún, ordenar esas ideas como para hacer un calidoscopio secreto que luego necesitas gritar al mundo.

Seguiré trabajando en mi cocina.



RELATO:

NUESTRA NUEVA CASA.


Tras muchos meses de espera, el día 18 Marzo fue cuando al fin pudimos entrar en nuestra nueva casa. Faltaba poco para las seis de la tarde, pero el cielo ya empezaba a oscurecerse. Claudia y yo estábamos frente a la puerta principal. Ella giró la llave en la cerradura con cuidado pero antes de que abriera detuve su mano.
-¿Seguro que quieres entrar hoy? Podemos ahorrar unos meses más y así contratamos a un exorcista- le dije con voz agrietada.
-No te preocupes cariño, los de la inmobiliaria dijeron que la casa era inofensiva, además yo me muero de ganas de vivir contigo- me echó una de sus miradas profundas mientras empujaba la pesada puerta hacia dentro con la punta del pié.
Yo seguía en la calle, con las manos en los bolsillos y los hombros encogidos.
- Anda, no te lo pienses tanto y pasa de una vez, me dijo desde el umbral. Entré en la casa despacio, aparentando calma, aunque en realidad mi corazón parecía una manada de caballos salvajes cruzando un río.
Ante nosotros se había abierto un espacioso zaguán cuyo suelo de madera crujía un poco al pisarlo y más allá, se veía un pasillo rodeado de habitaciones. Yo ya sabía que había cuatro en total y que después el pasillo se torcía para morir en un amplio jardín. Claudia avanzó por el vestíbulo con pasos muy cortos y suaves, como quien estrena unos zapatos. Se detuvo un momento y me miró de soslayo antes de internarse en el corredor. Se la veía exultante. Quise seguirla, compartir el gran momento con ella, pero se me agarrotaron las piernas y me quedé tan quieto como un muerto.
Todo empezó el día que vimos aquel anuncio en el periódico:
“La Casa Telúrica de su vida”
¿Harto de que le ofrezcan la Lámpara de Aladíno y encontrar molestos Poltergeist? ¡Consiga una Mansión Encantada de tipo tres, con todo el equipamiento para hacerla inolvidable. No necesario Exorcismo ¡Llámenos! “
Y el precio ¡una verdadera ganga! nada que yo no pudiera conseguir en el Callejón de los Magos, o en los Campos Azules con un poco de paciencia.
-¡Mira que cocina cariño!- La voz de Claudia sonaba a lo lejos.



Yo ya me la imaginaba comprobando las calidades de paredes y suelos con la minuciosidad de un detective. Ella quería que estuviese a su lado, pero ¿cómo contarle? ¿cómo decirle que yo ya había estado en esa casa muchas noches, pero no para vivir en ella, sino para morir asfixiado allí? ¿Que desde hacía semanas, yo moría un poco cada vez que me despertaba entre sudores recordando mis pesadillas? Pero ya no había vuelta atrás. La casa era nuestra y Claudia estaba tomando posesión de ella. Me estiré de golpe y comencé a andar. Crucé el recibidor con pasos quebradizos, casi de puntillas, pero en vez de ir a la cocina, me paré frente a la primera habitación del pasillo, la más cercana a la salida. Claudia aún no había abierto la antigua puerta de madera, pero por debajo asomaba una saeta de luz anaranjada. Inspiré profundamente y empujé el pomo frío con la mano temblorosa. Me pareció que me respondía con un gruñido, como de fiera al acecho. Dentro me esperaba el Gran Salón.
Un olor como de madera recién cortada me subió por la nariz mientras mis ojos se posaban en los muebles: A mi izquierda se extendía una gran mesa ovalada de madera de Boj con las sillas dispuestas para recibir una docena de invitados. Frente a ella había un enorme sillón de cuero, negro y macizo como un oso. Y tras él, se alzaba una majestuosa chimenea que parecía tener cien años. En su interior, un par de carbones encendidos salpicaban de luz toda la estancia.
No quería pisar las tablas del suelo, tenía miedo de que se me tragaran, como en mi sueño. Sin embargo, algo en la habitación tiró de mí hacia adentro y me sorprendí caminando hacia la vieja chimenea, con paso vacilante primero, y luego un poco más deprisa hasta que me paré frente a ella. Su revestimiento era de mármol blanco pulido y se combaba en un arco por encima de las paredes de ladrillo refractario del interior. Sentí mis manos frías y las acerqué a los agonizantes rescoldos. En ese momento se produjo un tremendo chisporroteo y una gran lengua de fuego brotó del fondo de la chimenea envolviéndome con sus garras. La habitación se desdibujó en una espiral carmesí. Abrí los ojos. Estaba en un lugar oscuro y apenas podía respirar. Noté un agudo calor que me subía desde la ingle. Isabel me besaba con pasión, apretándose contra mí. Alrededor retumbaba la música de la discoteca y por todas partes se veían copas alzadas y caras sonrientes. Era nuestra fiesta de fin de carrera y todo estaba permitido. La acababa de conocer, pero ya estaba pensando en dónde perderme con ella, eso si lograba mantenerme en pie, claro. Recuerdo que aquella noche también estuve con su prima, y al día siguiente no paré de beber agua. Entonces ese tipo de parrandas eran habituales.
Cuatro años después, conocí a Claudia y me enamoré de su voz de hada, de sus labios de caramelo y de sus besos y ya no imaginé más noches sin ella. Ahora íbamos a vivir juntos y comparado con esa aventura, las juergas de antaño me parecían gastadas y descoloridas.
Mi mente volvió a la habitación. Sentí el agradable calor de la chimenea en mis brazos y di la vuelta al gran sillón para encararlo con el fuego. Al sentarme, me pareció que me recogía en un cálido abrazo, como de amigo recién encontrado, y un suave cosquilleo me recorrió toda la espalda. Desde allí, la ventana enmarcaba una noche llena de estrellas, y una de ellas, juguetona, se perdió de las demás volando hacia tierra. Hice un cuenco con las manos, como para recoger su brillo. A mi espalda sonó un tintineo y un segundo después unas manos me desordenaron el pelo.
-La gente normal suele pedir un deseo cuando ve una de esas- . Una sonrisa soplaba en la voz de Claudia como aire de mar. Enseguida la tuve sentada en mis rodillas.
-Quería cogerla para ti, mi vida-.Estaba empezando a perderme en esos ojos como cuando la besé por primera vez. Ella me sonrió con picardía.
- Pues mientras tú te hacías el remolón por ahí, yo he investigado por mi cuenta y te he preparado la cena. No me ha costado mucho. Fue pensar en el menú y aparecieron los ingredientes sobre la mesa ¡tenemos hasta Curry y Bergamota! Eso si ¡te toca fregar!
Su beso empujó mi frente y me puse a reír. Ella quería que yo estuviera lo más cómodo posible y ahora sabía que la casa también. Miré a nuestra chimenea. Una chispa dorada retozó un momento entre los carbones antes de desaparecer como un animalillo en el agua. Aquella iba a ser la primera noche en nuestra nueva casa.




HIPERBREVES DE HOY

ELENA PÉREZ.
El caballo del Rohir





A la misma hora, otro día más, salió galopando a través del bosque. Tras de sí dejaba una nube difusa por el aliento que expiraba por su boca, y los latidos de su corazón, agitados y tristes, se oían por todos los rincones del espeso follaje de Fangorn. Con el último suspiro del día regresó. La luna había aparecido por encima de las copas de los árboles: inmensa, redonda y blanca. Aquella noche, al llegar al establo, se desplomó sobre la paja recién mullida por todos los que sabían y admiraban su fortaleza. Entre sueños, le pareció oír:
-¡Ha aparecido! ¡Ha aparecido!
Giró con dificultad su cabeza hacia la puerta y allí, entre los claroscuros que formaban los candiles de la caballeriza, estaba él, aquél que lo había criado y amado durante toda su vida. Y sintió, por última vez, las manos acariciando sus crines, las manos del más noble jinete de Rohan.

REBECA RODRÍGUEZ RODRIGUEZ

¿Dónde me lo darás?




No era sólo deseo lo que rondaba en aquella habitación, cubierta por una suave luz que desprendía el sencillo flexo del escritorio; sino también la curiosidad por lo desconocido para alguien que jamás había tocado los labios de un hombre. Al menos, no con seriedad. Su escasa experiencia le servía como barrera y la hacía sentirse torpe; pero esta vez le tocaba a ella dar el beso. Tener a un hombre con mucha experiencia no ponía las cosas fáciles y más aún sabiendo que él esperaba esa caricia. Las miradas de deseo competían entre ambos mientras ella reunía valor suficiente para decidir donde posar sus labios. El juego era el siguiente: Cada noche, cuando hablaban y se despedían, se daban un beso en un lugar diferente. La gracia consistía en la imaginación y el juego de seducción de cada uno al darlo. Él ya se lo había dado, dejando el nivel muy alto. ¿Lo superaría ella? Con nervios en el estómago, apoyó la mano en el brazo de su amigo y lo atrajo suavemente hacia ella. Soportó la mirada penetrante de su compañero, sin ceder a la tentación que su cuerpo le entregaba y se acercó lentamente a su cuello, dispuesta a realizar su cometido. En el último momento decidió cambiar el rumbo de sus labios y para sorpresa de su amigo, los paró a escasos milímetros de los suyos. Sintió la calidez de su aliento sobre su rostro, apetecible, y supuso que él sentía también el suyo. Con aire provocativo, pero sin perder su inocencia, abrió poco a poco sus labios, preparándose para el gran momento; no dejaba de mirar el rostro de su amigo para no perder el gesto de deseo hacia sus labios, que no había dejado de mirar un solo momento. Un aura de travesura rodeó su corazón al reparar en el anhelo de su amigo, y con una sonrisa pícara, dueña de constantes travesuras, elevó sus labios un par de centímetros y los posó dulcemente en la punta de su nariz.

-Te toca –susurró, manteniendo esa sonrisa juguetona que disfrutaba viendo como él fingía quejarse de haber sido vilmente engañado.

jueves, junio 22, 2006

Jordi Pijoan y Laura López en IB3-Radio

Esta semana, Sandra Llabrés y la escritora mallorquina Joana Pol estuvieron acompañadas en EL RINCÓN LITERARIO DE 3 DE NIT por el flamante ganador del concurso de Joescric Jordi Pijoan y por la escritora madrileña Laura López, de Madrid. Aquí tenéis un extracto del programa.


Lema:

Una imatge és millor que mil paraules, llavors mil i una paraules ja són millor que una imatge. Hi ha un moment en què la paraula guanya.

Biografia Jordi Pijoan-López:

Tortosí d’arrels des del 1970 i barceloní empeltat des del 1991 fins l’actualitat. És arqueòleg de professió i administratiu per obligació. Es dedica a escriure en el silenci i la intimitat des de si fa no fa els vint anys, amb certa i irregular assiduïtat. Un atur forçós i una filla a qui nodrir l’animaren, o més ben dit el comminaren a perdre la vergonya d’allò que escrivia i presentar la seva narració “Psicofonia per a principiants” al I Concurs Literari d’Humor Negre (convocat per Humoralia, La Paeria i la UdL). Va quedar finalista, categoria que no donava ni cinc duros de calaix, però que comportava la publicació de l’obra. La podeu trobar en l’original català per la UdL i en traducció al castellà per Editorial Milenio. L’èxit relatiu d’aquest primer intent l’anima a presentar-me a més certàmens d’aquesta mena, trobant el cim de l’èxit (eternament fugisser fins llavors) en el III Concurs de Conte que convocà el portal d’internet joescric.com amb el conte “Una combinació prohibida”, publicat en un volum junt amb dues obres més: “Eutanasia’m!” i “Mater”. Poca cosa més a dir, més que, de moment, continua escrivint.


Manifest:

Per què escric? Típica pregunta a la qual l’única resposta immediata que se t’acut és “perquè em ve de gust”. Però convinguem que la resposta és pobra a les possibles expectatives del preguntador. Llavors només se t’acut recórrer a tòpics, però el públic no es mama el dit i et veurà el llautó. Després pensés que podries plantejar-ho en sentit negatiu: “I si no escrivís com em sentiria?”. Malament!: n’estic segur, però no sé per què, doncs val a dir que tampoc perillaria la meva supervivència immediata. Ans al contrari, hom pot comprovar en el dia a dia que la major part de gent no escriu i va fent sense gaires problemes. Encara més, hom pot comprovar que es pot ser l’inútil analfabèstia més gran i arribar a ser president de... bé!, centrem-nos en el tema. Llavors, per què escric?, si fins i tot, segons qui pot considerar que escriure es perdre el temps, si no és que ho facis per guanyar-te les garrofes.
Sincerament, no sé per què escric si és que escric per o per a quelcom. Més aviat crec que escriure és una cosa que em vaig trobar. De nen jo ja ho era una mica cabòries i podia arribar a preferir estar sol concentrat en les meves fantasies que jugant. També em retroalimentava aquest món interior llegint còmics, contes i amb el cinema –aquella literatura mastegada en imatges–. Després vaig anar complicant les lectures i vaig tenir la sort de tenir a un tal Manel com a professor de literatura catalana, senyor que em va demostrar que hom, si ho desitjava, podia escriure sense caler prèviament anomenar-se Ramon Llull, Cervantes o Shakespeare. En definitiva, em va ensenyar que l’escriure no et ve per ciència infusa.
Ja per mi sol, vaig comprovar que escrivint em divertia i, sobretot, em desfogava; ho vaig comprovar si fa no fa per les mateixes alçades de la vida que me’n vaig assabentar que a Aristòtil també el desfogava escriure i vaig pensar: “guaita quina coincidència!”.
Concloent!, se m’acaba l’espai per a aquest manifest i respecte a la pregunta primera no n’he tret l’aigua clara. Millor així, segur que continuaré escrivint per trobar la resposta... o potser no.


Conte hiperbreu:

Petit apocalipsi a l’illa d’en Robinson

En Robinson contempla l’horitzó d’aigua una vegada més, en l’ambigu límit que l’oceà i la terra ferma es disputen alternativament, amb els peus rebent les reparadores onades que eviten se li socarrin amb la sorra, més que fornejada pel Sol tropical.
L’eterna esperança de poder atalaiar un vaixell que se’ls endugui d’aquest racó de món no s’ha esvaït mai de mai. Aulla tan lluny com pot, emprant la mà dreta de visera per no enlluernar-se amb el Sol tòrrid que domina el firmament, estirant l’esquena tant com pot, quasi fent puntetes per guanyar uns centímetres, per pocs que siguin, i així tenir millor perspectiva.
Encantat en aquesta labor, sent sorpresivament com un objecte que duen les ones topa contra el seu peu. Acotxa el cap sense tenir idea de què es pot tractar: “una ampolla... i té un missatge dintre!?” observa sorprès, i també un xic indignat per aquest particular gir en el guió: “hauria de ser jo qui enviés missatges perquè em rescatessin!!”. Tanmateix, i com és obvi no pot estar-s’hi de voler saber quin és el contingut del missatge. Curosament, extreu el rotllet de paper relligat amb un fil de cosir i llença l’ampolla al contenidor del vidre. Obri el missatge, gens corromput per la humitat marina i, en font arial mida 48, imprès amb una hewlett packard/deskjet 600, pot llegir un missatge que, per a la seva major sorpresa, li està dirigit personalment: “Robinson!!! Ni de lluny et creguis que et vindrem a rescatar de la teva illa: el món s’acaba!!!! Signa: Protecció Civil”.
Per uns segons a en Robinson li venen ganes de plorar, però a aquestes alçades ho considera un dispendi d’energia inútil. I, ans al contrari, decideix actuar:
- Divendres!!!! Vine!! On ets!? Vine!!! –crida vers l’interior de l’illa.
En qüestió de segons, un negre molt ben plantat apareix corrents des de l’atapeïda línia de selva, en el límit de la platja, per plantar-se al seu davant. I quasi en postura de firmes i encara amb l’alè accelerat demana:
- Què es requereix, Mister Robinson? –deferentment, per no dir servil.
- Primer que res, d’ara en endavant tracta’m de “tu”; crec que t’has guanyat la meva confiança.
- Com vostè... Com vulguis, nano! –cofoi exclama en Divendres per tant reconeixement exprés–. Alguna cosa més?
En Robinson, sense paraules i amb gest compungit, li posa al davant el missatge de l’ampolla. Divendres se’l mira:
- Què malparits! I això són excuses per desar-nos aquí penjats!?! –exclama el noi extremadament enervat.
- Veig que no copses quin és el quid de la qüestió...
En Divendres perfila un evident gest de circumstàncies. Sincerament contesta:
- Doncs la veritat, Robi, és que no sé on vols anar a parar.
- Has sentit què és allò que recomana la saviesa popular per la Fi del Món?
- Doncs ara no hi caic...
- Divendres!: jo t’estimo!!! –exclama en Robinson mentre es llença apassionadament sobre en Divendres per atrapar-lo entre els seus braços, frisosos pel contacte amb el seu estimat.
En Divendres no té el temps suficient per respondre-li “jo també!” com desitjava, doncs les seves dues boques s’entortolliguen en un bes apassionat. És l’inici d’una gran història d’amor.


Hiprebreve de la setmana

Laura López:

¡CUIDADO! BARDOS TRABAJANDO.


-No deberíamos haberle dado ninguna oportunidad...- Farfulló el Bardo Mayor- Toca de pena-
-Solo ha fallado en una nota- Se quejó su ayudante.
-¿Ves? Hasta tú, que estabas distraído, te has dado cuenta de que no tiene talento-
-Hombre, una lavadora sin brazos y que en vez de tocar, centrífuga el violín... que consiga interpretar el bolero de Rabel, equivocándose en una sola nota, tiene mucho merito-
-Siempre llevándome la contraria- Sentenció el Bardo Mayor, quitándole uno de los pañuelos de papel, que el ayudante había robado en sus reuniones papirofléxicos anónimos- ¡Todos me odiáis!

Y sin añadir nada más, corrió hacia su cuarto llorando estruendosamente. Sin duda alguna, era merecedor de llamarse Bardo Mayor, que gran actor. Aunque luego se volvió y le sacó la lengua con descaro... había que reconocer, que en eso de escurrir el bulto, el Bardo Mayor también tenía mucho arte.

El ayudante suspiró al ver la enorme cola de candidatos a entrar en el Gremio de Juglares. El año con más aspirantes... tres en total, contando con el violinista.
Y encima, el Bardo Mayor se había marchado dejándole solo... ahora que ya sabía en donde fallaban sus ranas de papel.

-Eh...- Intentó decirle a la lavadora, que mientras hacia el programa de prendas delicadas, esperaba expectante- Estás fuera, aquí no aceptamos a la gente que falla en el bolero de Rabel

Miró de nuevo a la cola. Había uno de esos tipos con chistera que hacían cosas raras con conejos y que cantaba opera. Y por último, un grupo de enanos, que habían convertido sus hachas en guitarras eléctricas y cantaban, con voces guturales, himnos al oro... el quinto grupo de aventureros, que intentaba colarse en el Gremio para robarles usando esa estrategia

- ¡Y los demás también, por no haber animado a vuestro compañero! ¡Estáis todos fuera!

Todos bufaron enfadados y se alejaron rabiando y mascullando maldiciones, clamando venganza

- A ver si ahora acabo la dichosa rana...

jueves, junio 15, 2006

Joana Pol y Sandra Llabrés nos presentan "LA MADRUGADA DEL GALLO", de Samuel Muriano.




La madrugada del gallo, Samuel Muriano



En el programa de EL RINCÓN LITERARIO DE 3 DE NIT de anoche, madrugada del miércoles al jueves 15 de Junio de 2006, Sandra Llabrés y Joana Pol entrevistaron en directo al jovencísimo escritor malagueño Samuel Muriano, quien nos presentó su novela LA MADRUGADA DEL GALLO, a la que está dando los últimos toques con vistas a su publicación.
Desde la radio Sandra y Joana mandaron cariñosos saludos al pueblo de Cártama y en especial a la Concejala del Área de Cultura, Rosa María Porras Gálvez, quien según nos consta siguió el programa a través de internet junto con varios conciudadanos del joven Muriano, promovidos todos ellos por el evento radiofónico. Una vez más, las ondas y las nuevas tecnologías unen a gente de distintas lenguas allende el mar. Simplemente, magia.

Esta noche (y esa madrugada) era muy especial para Samuel y sabíamos que estaba reunido con un grupo de estudio que, tras haber estado preparándose para la "terrible" selectividad, estaba escuchando el programa. Así, pues, besos desde Mallorca también para Adrián, Esperanza, Inma, Andrés...
LEMA DEL AUTOR:
“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la domino a ella no me salvo yo””, Ortega y Gasset

BIOGRAFÍA Y MANIFIESTO:


Samuel Muriano nació en Cártama, un hermoso pueblo de Málaga que sigue creciendo.
Su atracción a la literatura comenzó con la poesía desde pequeño y continúo, con trece años, en un taller literario en el que descubrió diversos poetas españoles.
La idea de contar sucesos y llegar al lector de un modo más cercano le hizo escribir relatos, ganando el año pasado un premio local con la historia “Max”.
Escribió a finales del 2005 una novela corta, “La caja de Pandora”, definida por algunos críticos como minimalista y cercana al género cinematográfico.
Ahora se ve enfrascado en una segunda obra, “La madruga del gallo”. Aunque lo que más le gusta es la poesía y ha seleccionado más de 5.000 versos bajo el título “Ese gigante olvidado”. Este libro trata de distintas temáticas como el amor, la soledad, el odio, el capitalismo, además de un conjunto de textos líricos a las mujeres maltratadas.
Debido a la dificultad de publicar en papel impreso por las editoriales, se conforma con compartir sus palabras a través de esa gran ventana que es internet hasta que haga realidad su sueño, ser leído como un autor reconocido.

De sus escritores favoritos destaca a: Bécquer, Lorca, Antonio Machado, Ortega y Gasset, Antonio Skármeta y Edgar Allan Poe.

LECTURA


Primer capítulo de la novela:“La madruga del gallo”

La mañana del gallo

La madrugada trajo consigo un ser maligno que se ocultaba entre la maleza del camino que conducía a Villa Calpes. Los habitantes de la región no se imaginaban la crueldad que les acechaba: dormían y tenían felices sueños que se verían truncados cuando una extraña niebla ocultó el pueblo y lo hizo desaparecer.

A mitad de aquella noche los gallos cantaron al unísono produciendo una canción infernal, y mientras los ciudadanos se levantaban con un sobresalto, una sombra atravesaba las rejillas de las puertas hasta llegar a los pies de sus camas, como humo, y ascendía hacia los rostros de los que, desconcertados por el susto, intentaban con aspavientos apartar la bruma que inevitablemente se introducía por sus narices.
Por la mañana el joven Alfredo se desperezó y salió del cobijo de paja del granero donde tuvo un descanso confortable de la intemperie y fue andando hasta el bebedero de los caballos. Allí se lavó la cara y las manos como de costumbre; se fue al gallinero para coger los huevos que tomaba en el desayuno, pero antes de llegar a la puertecilla del corral se atemorizó al ver el suelo cubierto de sangre, y unos metros más allá el gallo decapitado.
Como era sordomudo de nacimiento no gritó, ni pidió auxilio llamando a los dueños de la finca. Se limitó a correr frenéticamente al caserón de los Monteros. Una vez allí buscó por todas las habitaciones y no encontró a nadie, ni siquiera a Roberta, la vieja ama de llaves que no salía de la casa, siempre servicial a la familia. Muy asustado, el chico decidió ir hasta la vivienda de los Castelar, pero tras un largo recorrido se llevó la misma sorpresa; la puerta principal abierta y ningún alma en ella.

Cuando logró serenarse ante las misteriosas desapariciones, decidió coger uno de los caballos del señor Castelar; la bestia, enloquecida, no se dejaba montar, pero Alfredo se había criado entre el ganado y logró hacerse con ella.

Al trato basto del caballo, a las órdenes dirigidas con el tacón de sus botas de montaña y a las palmadas que le daba para indicarle, el muchacho pudo recorrer las distintas haciendas que se repartían en la extensa llanura del valle. Formaban un conglomerado apartado del linde vertiginoso de cerros que lo rodeaba . En el cortijo de “El Tuerto” todas las gallinas tenían el cuello retorcido y como en el gallinero de los Montero, la tierra humedecida por el color rojo del gallo seccionado.

No tenía ninguna explicación para lo que había ocurrido, se encontraba en un estado de confusión que le obstruía el pensamiento; cuando intentó recordar qué hizo la noche anterior antes de ir a dormir al granero se asustó, porque no lo recordaba. Más aún, había olvidado su vida anterior a la mañana del gallo.

Tenía leves reminiscencia de los lugares y sus personajes, como Roberta, pero no lograba algún recuerdo con ella, ni podía situarse en una escena haciendo algún acto. Sabía que muy temprano desayunaba huevos y que solía dormir entre la paja del ganado y los sacos. Reconocía los terrenos, sabía donde conducían los caminos que se cruzaba mientras trotaba sobre el semental, pero no le servía para saber quién era. Con la pesadumbre que crecía en él a cada instante se abrazó al cuello de la bestia desconsolado, perdiendo el conocimiento a medida que la somnolencia del caluroso agosto le debilitaba los miembros y le resecaba la garganta.

Cuando volvió en sí tenía tanta sed que se dirigió al pozo de donde sacaba el agua para los animales. Tras beber y refrescarse se sobrecogió de encontrarse de nuevo en la finca de los Monteros. Se aterró tanto que empezó a saltar y revolcarse como si se tratara de un loco, tirándose de los pelos y hundiendo los dedos en la tierra.

Abrumado por la locura se quedó dormido, y al despertarse apareció una vez más en el granero, rodeado de paja y de los mismos sacos viejos. Se dejó llevar por el desconcierto y comenzó como antes a patalear y agarrar a puñados la paja desperdigándola de aquí para allá. Al percatarse de que estaba herido en las manos detuvo su frenesí.

Con más calma, aunque mucho más aterrado que la primera vez que se levantó, decidió volver a montar sobre un caballo y buscar el modo de salir de la pesadilla.
El animal no se mostró reacio como el otro, se dejo montar y hasta pudo ponerle el apero, lo que le facilitó la comodidad del viaje. No sabía exactamente donde ir, pero intuía que sería lo más lejos posible de Villa Calpes y eso eran muchos kilómetros de trote.

jueves, junio 08, 2006

Antonio Jesús Criado Pedrosa



En el programa de radio EL RACÓ LITERARI DE 3 DENIT, de IB3-RADIO, que se emite todos los miércoles por la noche, esta semana Sandra Llabrés y Joana Pol entrevistaron al joven autor cordobés Antonio Jesús Criado Pedrosa. Este es un extracto del programa:




LEMA DEL AUTOR

“Un día soñé que quería seguir soñando”.

BIOGRAFIA Y MANIFIESTO

Me llamo Antonio Jesús Criado Pedrosa, natural de Montilla, en la provincia andaluza de Córdoba. Tengo diecinueve primaveras. Descubrí la escritura de niño, cuando realicé un prototipo bastante cutre de guión con la finalidad de grabar un teatro. El proyecto no salió adelante, pero desde ese momento la escritura me acompañó irregularmente. Durante el resto de mi infancia me dediqué al cómic – pues dibujar es otra de mis aficiones —, alternándolo siempre con pequeñas historias que deseaba plasmar en una película casera. He de decir que aún no he conseguido realizar mi primer filme, pero soy optimista. Mi padre, por aquel entonces, advirtió esa afición mía por la palabra. Le pareció extraña, o quizás prematura. Me dijo una frase que nunca olvidaré: “todos los grandes escritores han sido buenos lectores”. Así me enfrenté a mi mayor quimera, los libros. No hallaba en los estantes de mi casa ninguno que me atrajera más que por el dibujo de la portada, hasta que mi padre apareció con El hobbit, preámbulo del Señor de los Anillo, de Tolkien. A partir de ese momento inicié mi etapa de lector, pero lo más curioso es que cuando soltaba el libro, tomaba papel y lápiz y escribía como un poseso. Así transcurrieron unos cuantos años, con mi cabeza deambulando entre los seres oníricos de la tierra media. Garabateé muchas páginas con historias de un mundo inventado, pero finalmente abandoné la empresa, demasiado complicada para un chaval de catorce años. Mi gusto por el cine volvió a imponerse sobre la literatura, aparté de mi escritorio los libros y coloqué de nuevo papel en blanco para realizar un guión. Otro fracaso. En aquella época tuve el honor de atender a las explicaciones de magníficos profesores que hacían las clases de historia y literatura un vergel de diversión. Las otras asignaturas me aburrían, no por dejadez de los profesores – que Dios los guarde por soportar a este holgazán –, sino por mi cabeza empedrada de quimeras, que no sacaba mis cavilaciones de la mitología o los poetas románticos. El instituto me deparó un año de sequedad mental increíble. No hice nada de nada en el campo de las letras, pero cayó en mis manos la saga de El Capitán Alatriste, de Pérez Reverte. Después de leerlo se selló una marca en mi cabeza, una cantinela repetitiva que aún hoy reza: tienes que ser escritor. En el último curso de bachillerato, asfixiado de exámenes y notas regulares, una profesora de literatura ofreció un punto adicional en la asignatura si nos presentábamos a un concurso de poesía. Gané el certamen y entonces puse manos a la obra definitivamente. Me presenté a un concurso local con mi primer relato concluso, El último loco que parió la Mancha, una historia burlesca sobre nuestro amadísimo Quijote. De esta etapa resultó también la obra que se va a leer hoy, Extraño amor de autobús. No gané nada, supongo que influyó mucho mi currículo inmaculado de tinta. Cuando acaricié la primera página de Cien Años de Soledad entendí que me perdía para siempre en el mundo de la literatura. Influido por esta obra de arte di alas al escrito del que estoy más orgulloso: Pueblecito.

No sé qué me incita a escribir, quizá la jauría de fantasmas que vagan por mi cabeza en las noches de inspiración, o el desasosiego de los malos momentos, o la esperanza. Resulta difícil determinarlo. A veces, cuando veo a mi madre emocionarse ante un escrito mío, pienso que este es el motivo, que otros disfruten de algo que yo creo con cariño. ¡Ay mi madre! Ella es mi seguidora número uno, se aprende de memoria todo lo que escribo, y lo lee a sus amigos y conocidos. Mi padre me estudia un poco más crítico, y cuando percibo una sonrisa de aprobación me siento satisfecho. A mi pareja le debo la más absoluta sinceridad, y el más sincero apoyo. Supongo que gracias a ellos me mantengo aferrado a la palabra, aunque no debo olvidar a todos los que me incitan a escribir día a día, desde mis abuelos hasta mis amigos. A todos, gracias.

Ahora estudio Comunicación Audiovisual en Málaga, haber si así consigo terminar un corto, aunque mi sueño reside, creo que desde siempre, en la literatura.






LECTURA



Extraño amor de autobús

Nada en aquella luminosa mañana se me antojaba diferente. Llegué a la parada del autobús a la misma hora de siempre, con el mismo ánimo y con idénticas ojeras. Una suave brisa acariciaba mi piel cuando escuché el bronco sonido del vehículo público. A mi lado tres chicas de aspecto estudiantil se prepararon para subir. Las imité con evidente rutina, aquellas muchachas eran compañeras mías; sin embargo, jamás había cruzado palabra alguna con ellas. Entré en el autobús con cierto nerviosismo, algo habitual en las personas inseguras como yo, pasé la tarjeta por el escáner y avancé hasta un lugar que me pareció agradable, sobretodo porque nadie aún ocupaba dicho espacio.
El conductor inició con brusquedad el trayecto lo que me hizo trastabillar. Para desgracia mía las tres compañeras de clase carcajeaban desde sus asientos. Intenté desviar la mirada y la atención para evitar el enrojecimiento de las mejillas. Recuerdo que en ese instante cavilé sobre el origen del atolondramiento que me torturaba. En mitad de la reflexión el autobús frenó. De nuevo la pérfida inercia intentó derribarme y otra vez rieron las tres muchachas. Cerca estuve de bajar en aquella parada tal era la vergüenza que notaba fluir por las venas. Las puertas del autobús se abrieron quejándose con un desagradable chirrido. Una muchacha entró de un brinco en el vehículo apartando de mi cabeza la idea de apearme de él.
Jamás mis ojos gozaron de tal cantidad de belleza acumulada bajo la misma forma. Tenía una negra melena que le caía desordenada sobre los hombros, los ojos eran azules como el más raso de los cielos, la tez pálida, los labios rojos y gruesos. Su cuerpo se perdía debajo de las anchas vestimentas; pero mi imaginación acelerada idealizó las formas de la muchacha. Noté como las mejillas se me arrebolaban desatendiendo las órdenes que la razón dictaba. Quise pensar que aquella belleza pudiera ser mi primer amor, la primera mujer que me diera el cariño que tanto necesitaba. El autobús reanudó la marcha con el gutural quejido del motor y la muchacha buscó un hueco entre las insidiosas miradas de los pasajeros. Supongo que el aspecto desaliñado de las ropas que tan dignamente vestía despertaba desconfianza entre el pasaje. Cuando la chica se arrimaba a alguien buscando asiento o una fría barra donde sujetarse, todo el mundo apartaba la vista y retrocedía con escaso disimulo. Entonces la chica clavó sus ojos en los míos, sentí como me asaetaba con la mirada. Una fuerte oleada de calor golpeó mi cuerpo y advertí que las manos temblaban desvergonzadamente. Esa mujer angelical que vagaba por el mundo abrigada por harapos había decidido compartir el trayecto del autobús conmigo, un chaval inexistente para el sexo femenino. No recuerdo exactamente que dijo ni que balbuceé yo, únicamente puedo asegurar que detuvo su vagar apoyándose en mí. Por reflejos salté hacia atrás como un niño asustadizo que no alcanza a comprender qué ocurre. Sin embargo, por fuerza de algún embrujo necesité cobijarla. Los ojos se le habían humedecido y aún se me antojaba más bella. Quise imaginar que la muchacha necesitaba un abrazo. Anduvo el corto trecho hasta encontrarse con mi cuerpo, apoyó la cabeza en mi pecho y rodeó con los delgados brazos mi figura. Todo mi ser quedó en paz, nadie más que yo requería aquel afecto. Ya no escuché nada, ni siquiera importaba en ese instante si las tres compañeras reían. Fundido en el extraño abrazo, absorto solo en cavilaciones típicas de un enamorado, noté decepcionado como el autobús frenaba. En realidad mi mente, poblada de ideas ilusorias, no advirtió que quizá en ese momento acababa el periplo amoroso, quizá mi mente, mi pobre mente, imaginaba un viaje eterno donde nuestros cuerpos no tuvieran que separarse. El hecho es que el autobús frenó secamente y mi amada abandonó mis brazos. Mostraba los ojos inundados de lágrimas. Lloraba mucho. Creo que dijo que aquella era su parada, no lo recuerdo. Mientras se alejaba miré hacia las tres compañeras. Estaban calladas, el resto de los pasajeros también. Todos miraban con idénticos gestos. Algunos negaban con la cabeza para sí mismos. La muchacha salió. Yo no entendía nada, permanecía pasmado ante la inquisitiva mirada de aquel extraño público. Aturdido por tanta expectación caminé hasta el final del transporte y observé a mi amada que permanecía inmóvil en la acera. Ella ya aguardaba desde su posición con el gesto torcido y las lágrimas cayendo lánguidamente mejillas abajo. Un niño que vestía ropas harapientas se le acercó corriendo. Desolado ofrecí un último saludo a la muchacha y ella mostró su mano diestra en la que, casualmente, portaba mi cartera. Quise morir en ese mismo instante; sin embargo, no hice nada, continué mirando a la amada y leí en sus labios un “lo siento”, un sincero “lo siento” acompañado de ríos de lágrimas. Pude haber gritado, saltado del autobús, y apresado a la ladrona; pero que más da, pensé. El vehículo continuó su monótona trayectoria alejándome de la amada y yo permanecí inmóvil contemplando como empequeñecía ante mis ojos a causa de la distancia. Los minutos se tornaron segundos y tomé la determinación de bajar en la parada siguiente. Así pues, abandoné el autobús en un lugar desierto acompañado solo por un hombre canoso. Aun dentro del transporte, las tres compañeras de clase comentaban el suceso con las manos puestas delante de sus bocas intentado, posiblemente, que nadie advirtiese que estaban sumidas en una conversación cotillesca. El resto de pasajeros continuaba atento a cada movimiento .
-Esa muchacha no lo hace con mala intención – Dijo el hombre canoso que había bajado conmigo. – Roba porque tiene que dar de comer a su hijo. Fíjate si sufre que llora como una niña. Le duele mucho tener que quitar el dinero a los hombres buenos que, por cierto, sois los únicos tontos que le dais cariño. Dicen algunos que se enamora de todos a los que desvalija, pero ya sabes, la gente dice muchas cosas…







RELATOS HIPERBREVES LEÍDOS EN EL RINCÓN LITERARIO DE 3 DENIT:

DE VIAJE,
De
SAMUEL MURIANO.


Estaba harto de estar debajo de la casa, escondido en las tuberías, era demasiado coqueto para vivir allí, así que todos sabíamos lo que iba a pasar: -!Ciaooo!- Fue lo penúltimo que nos dijo antes de chasquear sus bigotes, porque lo último fue su grito por el escobazo que lo barrió. -shshshshshshshshs....- (al unísono).

sábado, junio 03, 2006

Julián Francisco Pérez Jiménez en EL RINCÓN LITERARIO DE 3 DE NIT, en IB3-Radio.

En el programa del pasado miércoles, en el Rincón Literario de 3 De Nit, con Sandra Llabrés y Joana Pol, tuvimos con nosotros al poeta Julián Francisco Pérez Jiménez. Es natural de Montefrío, Granada, tiene 27 años y estudia Ingeniería Aeronáutica en Madrid. Este fue el contenido en líneas generales de un precioso programa en el que no faltaron llamadas telefónicas en directo de apoyo para Julián, o e.mails para darle ánimos.


LEMA del escritor:

YO NACÍ PARA SER VIENTO Y LOS CAMINOS LIBRE RECORRER

BIOGRAFÍA

Me llamo Julián Francisco Pérez Jiménez. Soy de una localidad de Granada, Montefrío. Tengo 27 años. Estudio Ingeniería Aeronáutica en Madrid. Empecé a publicar mis escritos en Internet hace casi un año, aprovechando el boom de los blogs. Toda mi obra, hasta el momento, está publicada en http://spaces.msn.com/jfpeji y en http://jfpeji.blogspot.com/. Aparte de estos sitios web, también publico bajo el nick de Viento del Pacífico en http://www.bibliotecasvirtuales.com/ y en el foro de Joana Pol. En mi corta andadura literaria todavía no he ganado ningún premio pero he participado en el Certamen de Jóvenes Creadores de Madrid dos veces. Me gusta el cine, bailar, viajar y la literatura fantástica y de aventuras, estilo Tolkien.


LECTURA







"TU NOMBRE ES ABISMO DE AUSENCIA CADUCA"

Tú sabes que mi poesía nace en tus labios,
se nutre de la savia de tus besos,
recibe la luz de tus abrazos
y se riega con el tacto de tus caricias.

Me muero por recibir tu amor,
como la limosna que recibe el mendigo.
Es tanto lo que necesito
que con poco me conformo.

No me ignores, éso hiere.
Dame un poquito de tu atención,
No desprecies la valía
de aquel que te ama en la sombra
de un silencio roto sólo por lágrimas iracundas.

Llenos están los poros de mi piel
de la ausencia de tu cuerpo cálido.
Quiero ver el sol amanecer en tu boca sabor canela
y que la noche se vista con tus ojos negros.

Tu recuerdo es para mí
como huellas dejadas en la arena.
Puedo recorrerlas mientras estén visibles,
hasta que una ola traicionera venga
y las borre para siempre.

Lanzaré botellas al mar
esperando la respuesta de un amor nuevo,
que ha de venir cuando suba la marea
y las estrellas titilen allá en el firmamento.







“TU RECUERDO Y LA LUNA“

Cada noche me acerco a la orilla del mar
y allá a lo lejos te imagino.
¡Cómo una distancia tan grande
se vuelve nada con un solo suspiro!

Y entonces la brisa de mar en mí se posa
y llama a las lágrimas infantiles de mis cansados ojos.
Riachuelos de miel de azahar surcan mis mejillas sonrojadas,
un nudo de silencio áspero se vuelve antojo,
antojo de querer tenerte y no ser posible.


Otra vez quisiera
acurrucarme en tus caricias,
saciarme con tus abrazos de coñac destilado
y nutrirme de tu codicia
de mujer frívola y destemplada.

¡Qué difícil se me hace respirar!,
pensando en todo lo vivido.
Ya jamás sabré la respuesta
de si mi amor es aún correspondido.

Pero vive en mí tu recuerdo ingrato,
como si se tratara de un perro doméstico malherido.
Hubo un tiempo en el que él me agasajaba
y ahora me ataca si se siente perseguido.

Hasta cuando he de soportar
este dolor traspasado y furtivo
que no deja en paz este alma de escayola
alquilada por un año y pico.

Tiempo atrás yo fui feliz en mi tristeza,
valiente cuando huía
y cobarde cuando me enfrentaba
a las verdades de tu mentira.

Esta noche ya no estaré solo,
la luna llena vendrá a visitarme,
Le haré un ladito en mi cama,
quizás con ella logre olvidarte.







“SOLEDAD”

No estoy solo, Soledad,
estás tú conmigo.
Aunque eres callada, sabes
que me tienes como amigo.

Es mentira eso que dicen
que lo más triste es estar contigo
porque realmente nunca estuve solo,
siempre permaneciste al lado mío.

Eres la compañera más fiel,
jamás me romperás el corazón.
Probablemente sea yo el que te traicione
por buscar en los brazos de otra el amor.

Has compartido mis penas,
también alguna que otra de mis alegrías.
No olvidaré los consejos
que mentalmente me decías.

No sé si eres real
o parte de mi fantasía,
una amiga imaginaria
que amaré toda la vida.

Quisiera que no fueras etérea,
sino con una forma física definida,
así te leería este poema
y en la frente un beso te daría.

Y cuando me llegue la muerte,
que me ha de llegar algún día,
no te pongas triste y llores amargamente,
porque en tu Soledad ahora yo me convertiría.

“REFLEXIONES”

No me identifico con este tiempo en el que vivo. No comparto hábitos, aficiones, costumbres ni gustos con mi generación. Me siento como un bicho raro, como alguien bohemio, desfasado, descolocado en este mundo globalizado. El romanticismo fluye por mis arterias y venas alimentando a este pobre corazón, que zozobra en el mar de la soledad en el que habita. Nunca pensé que pudiera atreverme a escribir estas palabras, fruto quizás de unos pensamientos retorcidos, fruto quizás de la desazón del que, tras muchas meditaciones, llega a una conclusión devastadora para sí mismo. No puedo renunciar a mi vida, como hacían los románticos del siglo XIX, porque ésta es todo lo que tengo. Hay una frase por ahí que dice que la vida es como un guión de cine en blanco, cuyo contenido escribimos a lo largo de nuestra efímera existencia. A mi me gustaría que este guión no se perdiera. Que la gente lo leyera y lo llevará a la gran pantalla de su corazón. ¿Qué nos quedará cuando no hayamos ido definitivamente? Sólo las personas del entorno más cercano avivarán la llama de nuestro recuerdo. Pero cuando ellas también desaparezcan entonces nuestra llama en este mundo se habrá extinguido para siempre. Por qué no vivir en el recuerdo de generaciones futuras, como hacen los escritores y poetas. Esa inmortalidad literaria que se nutre de las pasiones humanas, que aunque cambian y se tergiversan con el paso del tiempo, son esencialmente siempre las mismas. Disculpad mi osadía, no pretendo igualarme en altura a la de estos grandes personajes históricos, sólo el tiempo será testigo de mi obra y me colocará en el sitio que me merezca.









MANIFIESTO


Como un niño pequeño deseoso de que llegue el momento para estrenar unos zapatos nuevos, así me encuentro yo. Estoy muy nervioso. Esta noche he vuelto a quedar con ella. La conocí hace casi un año cuando empecé a publicar mis escritos en mi espacio. Puedo decir que fue el destino el que se cruzó en nuestras vidas. Yo me encontraba navegando por Internet cuando de pronto coincidimos en una página literaria mientras leía los versos de un poeta de cuyo nombre no logro acordarme. Desde aquel momento nos hemos visto frecuentemente. Para mí ella es muy especial. Es muy culta, habladora, ama la poesía y la narrativa. Además le gusta venir disfrazada. Nunca me aburro a su lado porque normalmente tiene temas de conversación muy variados. Cuando estoy con ella desaparece mi timidez, mi hablar se torna lengua de poeta y mi imaginación se vuelve titánica para inventar maravillosos relatos. Si tuviera que decir cuáles han sido mis momentos de felicidad en este mundo, sin duda diría que fueron aquellos que pasamos juntos. Se ha convertido en mi confesora y no hay nada que mi alma se haya privado en contarle. Cuando hemos acabado nuestra enriquecedora tertulia nos metemos en el mismo lecho. Ella es muy cariñosa. No me abandona ni en sueños. Siempre está conmigo ahí presente. Me encanta estrecharla contra mi pecho, abrazarla, oler su cabello y besarle el cuello. La puedo sentir en cada poro de mi piel, en cada curva de mi cuerpo como si nuestras dos almas se fusionaran en una sola, un solo corazón latiendo por dos. Sólo me siento triste cuando falta sin avisar a la cita. Es entonces cuando no puedo dormir y permanezco en estado de insomnio hasta que despunta el alba. Espero que esta noche no sea una de esas. Por favor no faltes, inspiración.

CANCIONES DURANTE EL PROGRAMA:

Lectura: TU NOMBRE ES ABISMO DE AUSENCIA CADUCA
Música: Nothing else matters – Lucie Silvas

Lectura: TU RECUERDO Y LA LUNA
Música: Can´t fight the moonlight – LeAnn Rimes (version acústica)

Lectura: SOLEDAD
Música: Long night – The Corrs

Manifiesto
Música: Forrest Gump Suite – Alan Silvestri

Entrevista
Música: Now-We-Are-Free (Banda sonora Gladiador)


HIPERBREVES leídos en la madrugada del jueves 1 de junio:







Laura López:
La partida de póker.

En un tugurio infecto, cinco amigos jugaban una eterna partida de poker.Estaba la dama gris, que era la muerte y su compañera la guadaña; el hombre hermoso era el diablo y a su lado, el dulce y sabio anciano que es Dios; estaba la vocal que conoce todas las verdades del universo y el oso pardo.Se dice que el destino del universo dependía de quien ganara y que nunca había que interrumpirles... pero también puede que fuera mentira, y todo fuera para no pagar las bebidas que tomaban.Y un día, el diablo sacó repoker de ases.











Elena Pérez
Mar de Cristal

Jugaba con la cucharilla y el terrón de azúcar, observando cómo el café engullía el cubo de dulce refinado. El pelo le caía sobre los ojos, pelirrojo y fino. Bostezaba y se aburría. Él era joven, y escocés. Se acariciaba las finas y delicadas arrugas alrededor de sus ojos mientras lo miraba. Se acercó y lo besó durante varios segundos. Sabía que nada volvería a ser igual después de aquella noche. Ella era casada, y culpable. Apenas habían intercambiado palabras. Ella no sabía inglés. Tampoco necesitaron hablar, aquella noche sus cuerpos lo habían hecho por ellos. El de él, por primera vez. El de ella, recordando viejos poemas. Decidieron marcharse y, ya en el metro, se sentaron separados, uno frente al otro. Él no tardó en dormirse y ella se bajó, minutos más tarde, en la parada de Mar de Cristal.

MALLORCA FANTÀSTICA 2007

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