miércoles, mayo 30, 2007

Aída Balta en IB3-Radio, con Sandra Llabrés y Joana Pol.

LEMA:

"La sangre de mi espíritu es mi lengua y mi patria...”
Unamuno


BIOGRAFÍA:

Mi nombre es Aída Balta Balta Campbell, nací en Lima, la capital de Perú. Desde niña me gusto leer. Sentía que, cada libro que llegaba a mis manos, me brindaría un mundo de aventuras y posibilidades. Fue en la biblioteca de mi bisabuelo que contraje esta larga pasión por la literatura. Recuerdo que el primer libro que leí fue Alicia en el país de la maravillas, de la editorial Bruguera. Esta experiencia fue extraordinaria y me incentivo a continuar con mis expediciones en la biblioteca en la cual fui encontrando obras de: Edgar Allan Poe, Agatha Cristie, Miguel de Cervantes, Flaubert, Tolstoi, Dostoiewski, es decir, todo un universo fabuloso e insospechado. A los quince años me fui a vivir con mi familia a Caracas. Fue en aquella época que empecé a leer a escritores latinoamericanos: Gabriel García Márquez, Macedonio Fernández, Mario Vargas Llosa y Julio Cortazar. Recuerdo que, por aquella época, empecé a escribir una serie de poemas muy malos. Fue entonces cuando el amor toco mi puerta, o mejor dicho, cuando yo toque la puerta de mi amor: un vecino cuatro años mayor que yo de quien me había enamorado a distancia y a quien me atreví a buscar para invitarlo a una fiesta. Desde entonces mi vecino, que estudiaba leyes y cuyo mundo literario se centraba en las obras de Herman Hesse, se convirtió, por compromiso o afición, en mi primer lector. De esa manera mi vida dio un giro inusitado. No existía día en que no escribiese un poema o un breve cuento para él. Mi padre, nervioso por mi situación de colegiala locamente enamorada, no tardo en enviarme a Roma a casa de un tío diplomático. Allí, a pesar de la pena que me produjo la separación, conocí gente muy interesante y empecé a viajar y a escribir la que sería mi primera novela: Sodoma Santos y Gomorra que años más tarde (1985) quedaría finalista en el concurso de novela Wiracocha del grupo editorial planeta. Esta novela se la dedique a mi hijo: producto de mi unión con mí vecino gran amor. Un amor que progreso muchísimo a través de las cartas postales que nos enviábamos, al punto de que llegue a casarme con él. Fue así como empecé un nuevo capítulo de mi vida en Caracas donde el matrimonio duro ocho años. A los dos años del nacimiento de mi hijo ingrese a estudiar Ciencias de la Comunicación a la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, donde afiance mi vocación por la literatura y el teatro… recuerdo que, con algunos compañeros de estudios, creamos un grupo teatral que bautizamos con el nombre de Experimento V y para el cual escribí una obra: La reunión, que fue puesta en escena bajo mi dirección. Esta fue una experiencia muy productiva que, más adelante, me estimularía a dedicarme a dar clases de teatro en la Universidad de San Martín de Porres en Lima –Perú y a escribir: Historia General del Teatro en el Perú, (2001).
En 1983 me gradué en la universidad y retorne a radicar a Lima con mi hijo. Allí me dedique al periodismo escrito, especialmente, a la crítica de artes plásticas, literatura y teatro. Mientras tanto, estudie una maestría en comunicaciones y me fui abriendo camino en el campo de la docencia universitaria. En 1987 publique mi segunda novela: El Legado de Caín bajo el sello editorial El Quijote. Entonces mi país vivía inmerso dentro de la violencia terrorista que empezó a causar verdaderos estragos dentro del ánimo de todos. En medio de esta desazón e incertidumbre solíamos quedarnos sin electricidad debido a los atentados contra las torres de energía. Por aquel tiempo todavía no usaba computadora para escribir sino una maquina eléctrica con algo de memoria y, cuando nos quedábamos sin energía, recurría a un lamparín a gas y a una antigua Rémington que hasta ahora conservo con mucho cariño porque fue de mi padre.
En 1,996 y después de escribir algunas obras todavía inéditas, publique Tiempo de Opera, una novela que narra las peripecias de una escritora inmersa en el mundo del psicoanálisis. En 1998 escribí un ensayo: Presencia de la mujer en el periodismo peruano. Una obra que me brinda muchas satisfacciones ya que, actualmente, forma parte de las lecturas de mis alumnos en la universidad.


MANIFIESTO:

Creo en la palabra escrita que para mi es palabra empeñada, la necesidad de creer en algo, en alguien… es la vocación inquebrantable de una búsqueda… una necesidad de llegar a la verdad, al origen de toda duda…Escribir es invocar a la vida misma, es reconstruir la existencia para que pueda alojarnos en su misterio, en todos sus caminos… Escribir es un acto de entrega, una forma de amar y de amarnos en todo aquello que, de uno y otros, hemos aprendido. La palabra escrita nos da forma, nos impulsa, nos arroja y nos abraza…nos desnuda y nos protege…Escribir es una libertad en creación constante…un influjo de lucidez que nos acerca a todos los tiempos, a todas las ciudades…a un mundo sin fronteras… Somos todos y cada uno liberados en la palabra, en todo signo… Y escribo para no olvidar…para comprender, para comprenderme…Amo la palabra que perdura en el aire, en la atmósfera sin tiempo, en los paisajes de la memoria…amo su rebelde estrépito y su paciente silencio…Amo la palabra que también se hace tuya, que sortea los escollos, los paisajes oscuros…Cuando escribo creo en los milagros, en los sortilegios sagrados, en los pronunciamientos de fe…Siempre que escribo vuelvo a nacer, me reconstruyo en cada signo…en cada consigna me pertenezco y , al mismo tiempo, soy una con el mundo…tu mundo …el nuestro.


LECTURA:

Juego de espejos
(Extraído de la Sexta Parte de La Película)


Andrés conduce el automóvil rumbo a la locación. Gloria, sentada a su lado, estudia en silencio sus parlamentos. Andrés observa a la actriz por unos instantes y enseguida, regresando su atención a la carretera, recuerda las circunstancias que lo llevaron a conocerla: El rodaje de la película había comenzado hacía quince días y aún, a pesar de las múltiples audiciones, no se había encontrado una actriz que reuniera las condiciones necesarias para el papel de Patricia adulta que según Manuela, además de la experiencia profesional, debería parecerse físicamente a ella. Esta última demanda, Andrés la tomó como un simple capricho de carácter narcisista, el cual todavía no despertaba sus sospechas sobre la posibilidad de que la historia cinematográfica estuviera basada en la vida de Manuela, cuyas exigencias se fueron haciendo tan apremiantes, que un día Andrés decidió buscar por su cuenta a la ansiada Patricia. Recuerda que una tarde, luego de visitar varias academias de actuación y modelaje donde únicamente encontró adolescentes con poses de divas, acudió a la Escuela Nacional de Arte Dramático. Una extraña y burda edificación de los años cuarenta, cuyo director, un dramaturgo de setenta años de edad y con un centenar de obras teatrales publicadas, se sintió contento de que se buscará dentro de aquel empobrecido centro de estudios, a una actriz que pudiera reunir las condiciones para rodar una película que, como había leído en los diarios, se proyectaría en el Festival de Cannes. Pero, antes de reunir a las posibles candidatas, Andrés recuerda que el director del centro de estudios le hizo hacer un recorrido por las maltrechas instalaciones del lugar, cuyo nombre: La Cabaña se debe al estilo de construcción que emula las viviendas de la lejana campiña alemana y que, en sus primeros tiempos, antes de que fuera donada al estado en la década de los cincuenta, era el sitio de reunión de la alta sociedad limeña. Época en la cual, dentro de aquellos muros, se suscitaron extraños suicidios y crímenes que el director iba narrando a Andrés mientras le enseñaba, con inusual orgullo, el teatro de crujientes maderas y cuatrocientas desvencijadas butacas donde, según el dramaturgo, solían tomar asiento fantasmales presencias que solo él y ciertos empleados de la Escuela podían identificar. Andrés recuerda que, cuando el dramaturgo le contaba tal historia, escuchó un agudo y desagradable maullido que le hizo sentir un insólito escalofrío en todo el cuerpo pero, cuando diviso a un gato de blanquísimo pelambre agazapado sobre el respaldar de una de las butacas, se tranquilizo a pesar de que su extravagante guía, le dijo que aquel felino era la mascota de una mujer del más allá que había sido amante del Presidente Leguía. Después, de éstas palabras y como si los presuntos acontecimientos de carácter extraordinario conformaran la cotidiana realidad de aquella Escuela, el director condujo a Andrés, por un oscuro corredor de húmedas y corroídas maderas, hasta los camerinos ubicados en dos pisos y en torno a un espacio de medianas proporciones en el cual había una serie de viejos baúles e implementos de utilería. Allí, rodeado de telarañas, Andrés identificó la replica de una armadura de los cruzados que al instante se acercó a registrar pero, el director, le aconsejó que no tocara dicha prenda ya que dentro de ella habitaba una familia de murciélagos. Ante aquella sugerencia que parecía extraída de alguna comedia teatral, Andrés soltó una incontrolable carcajada que no tardó en convertirse en gesto de repulsa cuando vio que su singular guía sacó de la interioridad de la armadura un diminuto mamífero alado que enseguida ascendió, en ágil aleteo, hasta perderse entre las vigas del techo mientras el dramaturgo reía explicando que sentía un gran afecto por aquellos animales a los que consideraba víctimas de la incomprensión humana. Desde ese momento, Andrés ya sólo deseaba que aquel espectral recorrido concluya. Pero el guía, pleno de vitalidad, continuaba enseñándole las entrañas de su universo laboral. De pronto, éste, abrió la puerta de uno de los camerinos diciendo alegremente, que la creencia en la vida después de la muerte se hacía inequívoca en esa Escuela e incentivaba la imaginación y la creatividad de los alumnos cuyo mayor ejercicio de autocontrol lo tenían dentro de aquellos vestidores, especialmente, dentro del que acababa de abrir ya que, por designios misteriosos, los espejos no reflejaban ninguna imagen humana. Algo que Andrés, pudo comprobar: los espejos, adheridos a todo lo largo de las paredes del camerino, no reflejaban nada a pesar de dar la impresión de ser verdaderas lunas de cristal azogadas. Entonces, Andrés, sintiéndose burlado, le dijo al director que su centro de estudios tenía muy buenos efectos especiales. Este, frunciendo el entrecejo y en tono de reproche, respondió que los cineastas modernos habían perdido toda capacidad de asombro ante los fenómenos misteriosos de la vida y que eso se debía a la desproporcionada utilización de las nueva tecnología. Andrés, sintió ganas de discutir al respecto pero, el dramaturgo no le dio opción ya que, inmediatamente después de emitir su juicio, le aviso que ya era el momento adecuado para reunir a las alumnas con posibilidades de trabajar en el filme.
El retorno a las oficinas administrativas de la Escuela, fue en silencio. Andrés recuerda que el director caminaba a paso largo, por momentos casi corriendo y que, al llegar a las puertas de su despacho le pidió que lo espere en la sala de ingreso mientras él hacía las coordinaciones pertinentes. Durante aquellos momentos de expectativa, Andrés escuchó una voz femenina recitando uno de los parlamentos de Nora en Casa de muñecas. Una voz que sintió de una sensibilidad especial y que le pareció que provenía del fondo de un pasadizo, ubicado en el extremo izquierdo de aquella sala. Corredor largísimo y de numerosas aulas en ambos lados que Andrés empezó a recorrer atento a aquella voz que fortuitamente dejó de escuchar cuando, un grupo de alumnos disfrazados de payasos y armando alboroto, salió de uno de los salones de clase. Andrés, desorientado y ansioso, preguntó a un bufón en qué aula se estaba llevando a cabo los ensayos de la obra de Henrik Ibsen. El interrogado, sosteniendo su nariz de plástico, respondió que no conocía a nadie con ese nombre…
MÙSICA:
Pas de deux del hada de Azúcar del " Cascanueces" de Chaikovski.

1 comentario:

GISELLA dijo...

Acabo de terminar la obra de la escritora peruna Aida Balta, "La Pelicula", la cual encontre muy entretenida, facil de leer por lo amena y un contenido enriquecedor para los amantes del cine.
Felicito por publicar tan buena obra en su web.

MALLORCA FANTÀSTICA 2007

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