lunes, enero 01, 2007

Patricia Flores Figueroa protagoniza la noche del 3deNit, con Sandra Llabrés y Joana Pol.

Y la protagonista de nuestro programa número 30 fue Patricia Flores Figueroa, una muy interesante escritora como podréis ver, concretamente es la autora de EN TIERRA CRUENTA, publicada con MINOTAURO y finalista del prestigioso concurso convocado por la citada editorial en 2004.










1. LEMA
Él trae muerte, él sabe a muerte… su beso me lanza a las sombras.

2. BIOGRAFÍA
Nombre: Patricia Flores Figueroa
Lugar de nacimiento: Guadalajara (Jalisco), México
Fecha de nacimiento: 23 de noviembre de 1980.

Publicaciones
En tierra cruenta (Ediciones Minotauro, abril de 2005): Novela de terror.
TDL V (Ediciones Ábaco, 2006): Participación en la compilación de relatos que resultó del concurso TDL V de Sedice.com con el cuento El Grito.

Artículos y reseñas
Tierras de Acero Magazine:
De grimorios y fantasía real (julio de 2006).
El conde que fue príncipe (noviembre de 2006).

Sedice.com:
El retrato de Dorian Gray (reseña)
Especial clásicos fundamentales de la literatura: El retrato de Dorian Gray (artículo sobre vampirismo en la obra de Oscar Wilde).
Llantos de strigoi y risas macabras, los rostros del vampiro (artículo).

Proyectos de publicación
Sepulcralia: contribución con el relato A sus pies en una antología de terror conformada por escritores como David Mateo, Laura Gallego, Javier Negrete, Juan de Dios Garduño, entre otros. Las ilustraciones corren a cargo de Manuel Calderón y el prólogo ha sido escrito por Rafael Marín. El proyecto está terminado, pero aún no existe un contrato de publicación.

Reconocimientos

Finalista del Premio Minotauro 2004 con la novela En tierra cruenta.
3. MANIFIESTO
La belleza y la fealdad no son representaciones físicas de la maldad y la bondad, respectivamente. La división entre estos valores es, además, más difícil de establecerse de lo que podría creerse.
La belleza es nula sin un espíritu fuerte, debe tener algo que la haga interesante. Lograrla no supone tomar rutas fáciles: puede estar escondida en la oscuridad, en la perversión, en la perfidia. De hecho, la belleza más desgarradora es esencialmente la que posee un lado maléfico; la que produce un cruel desengaño y a la vez inspira un violento deseo de perderse.

La sensualidad, la prohibición… son altamente estéticas. Buscar nuevas posibilidades en estos rubros, sin importar el extendido uso que se le haya dado antes a ciertos temas, es una oportunidad creativa importante. Hay asuntos que aparentemente no impresionan tanto como antes, pero que aún tienen mucho que dar.

El héroe homosexual sigue fascinándome. Ha sido el primer elemento que me atrajo de la obra de Joana Pol, por ejemplo. La homosexualidad, en fin, la sexualidad en sí prácticamente no se toca en fantasía (claro que en terror, que es más mi género, el sexo es algo más recurrente). A pesar de que puedo disfrutar leyendo sagas al estilo Tolkien, no dejo de reconocer que a veces me harta el machismo y la simplicidad psicológica que los personajes de muchas novelas continúan exhibiendo. Se invierte mucho en ambientación y documentación, pero en muchos libros los personajes tienen un desarrollo primitivo y resultan ser casi siempre planos.

Creo que la fantasía pide a gritos una más amplia participación femenina para reinventarse. No pretendo estereotipar, todas las generalizaciones son arbitrarias, pero en lo que concierne a la fantasía hay cierta tendencia masculina a sobrevaluar el poder y la fuerza, mientras que las mujeres que se adentran en este género suelen ser mucho más refinadas para construir personajes y otorgarles una gran riqueza psicológica. Me parece, por tanto, que es muy valiente tocar esos temas que pocos quieren admitir que existen, pensar - como dicen los anglosajones - "fuera de la caja". Es natural que obras que transgreden los seguros límites de cualquier género causen polémica, pero a medida que pasa el tiempo es más probable que trascienda un libro osado que uno que se apega más a lo que “funciona” en su época.

4. LECTURA

(Fragmento de la secuela de “En tierra cruenta”, aún inconclusa)

Y desaparecemos… la luz mortecina que invade el interior de la diligencia en movimiento se quiebra en un arco iris deslucido, mientras que la tarde agonizante avanza irreal por el bajorrelieve que reviste las ventanas. A través de las curvas traslúcidas del estampado de tréboles de cuatro hojas admiramos la versión censurada de un entorno sin imaginación.
El viento asume una identidad despótica. Parece un rey de traje grisáceo que desfila en medio de largas hileras de súbditos temblorosos haciéndole reverencia. Todo cuanto está a la intemperie se inclina solemnemente ante él.
Las nubes nos persiguen como una pléyade de monstruos voladores. El cielo plomizo amenaza con romper en llanto. A medida que la velocidad aumenta, los árboles-vasallos se disuelven en una pasta grumosa. En esta progresiva fusión entre gris y verde esmeralda, las formas reconocibles se agotan rápidamente. ¿Quién sostiene las riendas? No lo sé. ¿A dónde vamos? No me importa.
Con una gracia humanamente inconcebible, él se recuesta frente a mí sobre una banca que no es lo suficientemente larga para acoger por completo su figura. Sus dilatadas pupilas color lila recorren mi escote, una y otra vez, con un aire de falsa inocencia.
El acompasado trote de los caballos armoniza con la percusión continua, pero de intensidad variable, de las gotas de lluvia que se estrellan contra el cristal. ¡Qué hermosa improvisación! Esa música nos arrulla, pese a que los sobresaltos provocados por el camino empedrado nos sacan ocasionalmente de balance. El viento se cuela por la imperfecta articulación de las puertas, acarreando consigo un delicado perfume floral que se combina con el aroma a madera dentro del carruaje.
Ahora, más que nunca, la percepción me hace partícipe de su compleja textura de estímulos. La naturaleza se compone únicamente de ávida sensualidad en continua mutación. En este lienzo cambiante que habitamos, los elementos serpentean hambrientos en una orgía subterránea para enervar nuestros sentidos. Somos personajes haciendo de un escenario de artificio una ilusión viva. Gris-verde sobre un fondo de herraduras y agua en el que se aspiran los efluvios de flores y madera húmeda... ¿acaso la pasión nos fundirá en un solo ser camaleónico, por siempre insaciable?
Lo veo acomodarse en el suelo; luego incorporarse tirando de la tela de mi largo vestido rojo, de la misma manera en que el príncipe habría asido los cabellos de Rapunzel, aunque yo me encuentro – obviamente – exenta del indescriptible dolor capilar que la rubia prisionera debió haber experimentado.
Él ya está sobre mí, me estrecha con fuerza mientras mis manos emprenden repetidamente un ansioso recorrido que comienza en la parte media de su espalda y termina en sus muslos, impecablemente cincelados.
Una serie de cuchilladas profundas lancina el interior de mi boca. La sensación es ambigua, lleva cierta carga de dolor, pero es un dolor agradable; semejante a aquel que podría ser producido por un par de dedos ejerciendo presión sobre una equimosis. Sus labios se contraen violentamente, él también sucumbe al filo de mi beso.
Sobre mis breves senos palpitantes resbala ambrosía hirviente que mana de nuestros labios en tormentosa sutura. El gusto, indescriptiblemente delicado, de la promiscuidad de nuestras sangres compensa las heridas. Difícilmente notamos que el ocaso se desploma sobre nosotros. Fuera, las luces de la diligencia proyectan un brillo espectral sobre las ventanas empañadas.
Mientras tanto, los caballos nos conducen hacia un vado redondo y ancho que podría haber sido un enorme espejo olvidado en mitad del bosque por una mujer gigante. A la izquierda y a la derecha, amorfos seres plateados se alzan escupiendo pequeñas esferas transparentes que, sobre el fondo negro y azul oscuro de la noche, resplandecen como diamantes. Cada criatura profiere cientos de voces distintas que oscilan entre discretos cuchicheos y abiertos insultos.
Veo un lamento prolongado y agudo surgir por encima de él y cruzar los límites de nuestro carro, a unos cuantos centímetros de mi cabeza. He usado el verbo correcto: lo veo. Su aspecto no es muy diferente al de un relámpago.
Me vuelvo hacia una pequeña ventana que está detrás de mí, justo en medio de mi respaldo tapizado, para seguir con la vista la trayectoria de aquel sonido. No sé si él se ha dado cuenta de lo que acaba de ocurrir, parece que no siente el más mínimo interés al respecto. Lo único que hace es seguir con naturalidad los cambios de posición que tomo, sin hacer preguntas.
Presiento que alguien está detrás de nosotros, vigilándonos. En medio de las olas procreadas por las ruedas distingo una silueta canina que, literalmente, traspasa mi alma con su fija expresión de amenaza. Lo más inquietante es que, a través de sus débiles trazos, repta el camino acuoso que acabamos de dejar atrás.
Él atrapa de pronto mi rostro entre sus dedos pulgar e índice. La lluvia, que hasta hace un minuto había sido suave, se torna tan violenta que nuestro carro comienza a tambalearse. Se desata una serie de relámpagos que nos somete a una incesante alternancia de luz azul y tinieblas. Uno de ellos descubre un brillo cruel en los ojos de mi amado, al mismo tiempo que un aullido irrumpe desde fuera, aunque podría jurar que este último ha brotado de su mirada vesánica.
Nos acercamos a un grupo de árboles anormalmente altos. Juntos forman una especie de túnel muy oscuro. Algunas ramas muy bajas nos embisten en fila, desencadenando un golpeteo sordo. Entre cada tronco se asoman siluetas fantasmales y en cada cuarto de los trifolios de cristal se dibuja un corazón…

5. CANCIÓN
Es una pregunta difícil, pues la música está siempre presente en mi trabajo tanto explícita como implícitamente. Me he basado muchas veces en la sensación que producen ciertas canciones y en las imágenes que me evocan para escribir fragmentos clave. En “En tierra cruenta” hago alusión directa a Je t’aime… moi non plus de Serge Gainsbourg, a Hollow eyes del grupo gótico Red Lorry Yellow Lorry y a Hungry like the Wolf de Duran Duran. Aunque si se trata de seleccionar un tema que englobe el espíritu general de lo que he escrito me quedo con A forest de The Cure.

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MALLORCA FANTÀSTICA 2007

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